MINERÍA AUTODESTRUIDA
Una profecía autocumplida es una predicción que, al ser difundida y creída, causa su propia predicción. Por ejemplo, si un rumor suficientemente creíble indica que un banco está próximo a quebrar se genera incentivo a retirar fondos que deja al banco sin la liquidez necesaria para pagar a todos sus prestamistas. El causante de la crisis fue el pronóstico de ésta.
La minería chilena vive hoy esta especie de jaque mate al futuro. La profecía es que los ciclos de altos precios del cobre no se toman en cuenta al momento de invertir, por lo que retener las utilidades durante las alzas a través de impuestos (o royalty) no incide en la inversión.
Políticos poderosos, que creen en la profecía, indican que es urgente aumentar fuertemente los impuestos a la minería ya que los precios están altos y no tiene costo en crecimiento ni inversión cobrar por el margen extra. La incertidumbre regulatoria provoca que los inversionistas privados dejen de invertir en minería nacional, precisamente en los años en que se observa el más alto precio del cobre en décadas. Así, un aumento de precio no traerá consigo más inversión, demostrando que la profecía era correcta.
La profecía ya está en camino de cumplirse, y la minería privada de autodestruirse. Datos publicados recientemente por la Corporación de Bienes de Capital muestran que el próximo año la gran minería privada se estancará. Este estancamiento no se puede atribuir a la falta de proyectos: la consultora Kura Minerals indica que existen por lo menos 67 proyectos de exploración asociados a la gran minería esperando inversionistas, lo que suma 510 millones de toneladas de cobre potenciales. Esta paralización representa un costo de oportunidad de 1,340 Millones USD anuales para el país.
La profecía genera que el único posible inversionista sea el Estado, que define sus propias reglas. Sin embargo, es improbable que este gobierno trabaje en esa línea por sus creencias políticas y por estar sobrepasado. Respecto a un próximo gobierno de izquierda, el programa de Daniel Jadue habla de royalty pero no de inversión pública (sí se habla de diversificación productiva, que significa dejar de invertir en minería), y los programas de los demás candidatos son hoy desconocidos.
Para romper este ciclo de autodestrucción minera la próxima autoridad deberá tomar las riendas, o ratificando la invariabilidad tributaria o invirtiendo directamente a través del Estado. Nuestro país no puede dejar pasar estos precios.